
Las grandes historias, la épica, las narraciones futuras, ¿desde qué experiencia se las imaginan? ¿Cómo, con qué material y desde dónde se narrará todo esto que vivimos?Vamos a imaginar.¿Así?: Tras 30 años, oh, cielos, en el piso de mis padres, decidí iniciar una protesta contra el agua excesiva que salía de mis grifos y que me traía de cabeza, preocupada y con sudores, e imprimí unos carteles quejándome, de paso, de lo carísima que me iba a salir la hipoteca, ¡y los distribuí entre amigos y algún desconocido!¿O así?: Considerando que su alimentación no era la adecuada a sus treinta y tantos, que le habían aparecido unas feas manchas en el dorso de las manos y que las vibraciones de sus meninges no le daban buena espina, se lanzó al vacío de un cambio de vida, rompió con todo un 25 de marzo, y decidió comer sólo productos tratados por manos callosas y derivados de cereales con cáscara.¿O así?: Mi madre llegó a Europa con el siglo, me dejó en Ecuador (Bolivia, Colombia, Perú...) a cargo de mi abuela y se agarró al cubo de una fregona. Vivía con otras siete en un piso de tres habitaciones. Me mandó llamar cuando yo ya no sabía si tenía ganas de aterrizar en Madrid. La de mi madre es una historia común. Cuando me parió tenía 16. Cuando decidió largarse a España con lo puesto, 18. Cuando volví a verla, acababa de cumplir los 30.Lo siento por aquellos a quienes molestan los inmigrantes. Porque el futuro es suyo y suya la épica.cfallaras@diarioadn.com
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